“VERONICA GUERIN”

“VERONICA GUERIN” debería mover más bien a una reflexión acerca de la importancia que reviste el que los periodistas desconfíen (o al menos chequeen bien) de sus fuentes, si no quieren terminar de “tontos útiles”, movidos más por la ambición de convertirse en héroes que por ofrendar su vida por la verdad y la justicia.
Pero la película basada en la vida de la periodista irlandesa de ese nombre es tan difusa y mal hecha que muchas pasiones no va a despertar… salvo entre espectadores no demasiado fijados.
Lo lamentable es que la historia daba para mucho. Veronica fue una periodista que arriesgó su vida – la que finalmente perdió- y la de su familia, incluido su pequeño hijo, con tal de desenmascarar la mafia de traficantes que dejó en los años ’90 un reguero de adolescentes destruidos y una alfombra de agujas en las aceras de los barrios pobres de Dublín.
A pesar de los esfuerzos interpretativos de una de las mejores actrices de la pantalla actual, Cate Blanchett, el guión y la dirección son lo suficientemente obvios y erráticos como para que un relato que pudo ser tan conmovedor como «En el nombre del padre» resulte una cadena de estereotipos – la familia perfecta, el esposo adorable, la mujer valiente y testaruda, el editor súper comprensivo y apoyador- que incluso malogra un desenlace dramático convirtiéndolo en algo así como un final de teleserie o de película aficionada.