Wind River Reparto: Jeremy Renner, Elizabeth Olsen, Julia Jones, Graham Greene, Jon Bernthal, Matthew Del Negro. Dirección: Taylor Sheridan Estados Unidos, 2017. Duración: 110 min.
La tensión del thriller, el dolor desgarrado de un drama que tiene tanto de íntimo como de social y la dureza del western contemporáneo se mezclan en Viento Salvaje (Wind River), con la sensibilidad y pasión que Taylor Sheridan (guionista de Nada que Perder) sabe imprimir a sus historias.
En medio de un paraje tan bello como rudo, conviven armónicamente algunas familias dispersas que han aprendido que están en el último lugar de las preocupaciones del gran país al que pertenecen, EE.UU.
A los pies de la montaña más alta de Wyoming, en una planicie helada está una reserva india. Un poco más allá, los forasteros: operadores, guardias, empleados de una refinería de petróleo, instalados en containers acomodados como dormitorios. También hay traficantes y marginales entre los extensos y gélidos caminos.
Es un lugar donde “te rindes o sobrevives”.
Bajo una luna inmensa, tan fría y blanca como la espesa capa de nieve que se despliega en la pantalla, corre descalza y malherida una joven.
Es la imagen con que abre la película.
Previo a ella, la advertencia: “Inspirada en hechos reales”.
Efectivamente, Sheridan —director y guionista— construyó este relato a partir del caso de una joven descendiente de indígenas abusada y asesinada. Su cuerpo fue encontrado en esta reserva: las huellas indicaban que había huido varios kilómetros a pie. (“¿Cómo se mide la voluntad de vivir?”).
La película toma como protagonista a Cory Lambert (Jeremy Renner), un cazador experimentado que trabaja pare el Servicio de Pesca y Vida Silvestre del Gobierno. Lambert carga con una dolorosa vivencia que lo ha marcado y que terminó por destruir su matrimonio. Cory tiene estrechos lazos con la comunidad nativa: sus ex suegros pertenecen a ella, lo mismo que su mejor amigo, Ben (Graham Greene).
Por eso, cuando se descubre que la muchacha muerta es la hija de Ben, la tragedia se desata con la misma ferocidad con que llega la tormenta en esa naturaleza omnipotente.
La policía local —por las características que reviste el caso— llama al FBI, que se presenta en la forma de una novata e inexperta agente, Jane Banner (Elizabeth Olsen), enviada desde Las Vegas (!). Aquello no solo da para sonrisas burlonas, sino que deja espacio para esa ruda advertencia que le hace Lambert: “No hay suerte aquí”. Lo dice desde la culpa que tiene enredada en el alma, una que lo hace recriminarse por haber bajado la guardia alguna vez.
Pero dadas las circunstancias, Cory entiende que es la mejor opción que tienen, si combinan su experiencia y habilidad, con el poder de la placa que porta Banner. La agente, que se involucra en el caso, también lo comprende.
Sheridan —que por este filme ganó, este año, Palma de Oro al Mejor Director en “Una Cierta Mirada” de Cannes— vuelve a explorar en mundos marginales y desesperanzados, como lo hiciera como guionista en Nada que perder (Hell or Highwater, dirigida por David Mackenzie) y en Sicario (Denis Villeneuve). Si en una fueron los habitantes de la Texas rural y en la otra los de la desértica frontera con México, aquí son quienes sobreviven en la aplastante inmensidad de la montaña y la nieve. Lejos todos de las urbes privilegiadas y modernas.
Esta vez a la cabeza del equipo, Sheridan construye un thriller doloroso, intenso y entrañable, de la mano del director de fotografía Ben Richardson —clave en el filme— , y con la música de Nick Cave y Warren Ellis terminando de abrir surcos en el alma del espectador.
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