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#WHIPLASH Y WES ANDERSON, LOS VERDADEROS GANADORES DEL #OSCAR2015

#WHIPLASH Y WES ANDERSON, LOS VERDADEROS GANADORES DEL #OSCAR2015

Si la Academia hubiese tenido la deferencia de ser salomónica, como lo venía haciendo desde hace algunos años -aquello de dar el premio a mejor película a una cinta, por ejemplo «Birdman», y el Oscar al mejor director a otra, por ejemplo, Richard Linklater («Boyhood»)- el desaguisado de la más tediosa de las ceremonias de las que tenga recuerdo en los últimos años hubiese sido menor.
Anoche los hombres -ellos mandan- del Oscar mostraron sin pudores su esencia: un conservadurismo al que barnizan con una simulación de «modernidad». (¿Qué fue, si no, aquéllo de darle el Oscar hace unos años a la ya olvidada «El artista» porque era muda y en blanco y negro? ¿Quién se acuerda de ella, aparte del perrito?).
«Birdman», con las dos estatuillas más importantes (mejor filme, mejor director) y otras dos más, es exactamente lo que ama Hollywood: esa película que parece «innovadora», que juega con un truco parafernálico (un plano secuencia forzado, hecho por técnicos), con un elenco caro, pero que no dice nada nuevo y para más encima lo dice artificiosamente.
Lo hemos dicho: ya John Casavettes hizo una joya cinematográfica sobre el indoor del teatro, con su inolvidable «Opening night», con la mitad de lo que se debe haber gastado en catering González Iñárritu en «Birdman». Y con más «tripas», verdad y arte.
Echo de menos al realizador de «Amores perros», incluso al de la intrincada «Babel»: había allí más alma y menos cálculo que en el González Iñárritu de «Birdman».
De paso, la película más interesante, verdaderamente «jugada», «Boyhood», se llevó un solitario Oscar, uno que estaba más que cantado, el de Patricia Arquette a mejor actriz secundaria.
Este drama cotidiano, mayormente incomprendido por el público más masivo, sí que utiliza una «técnica» en función del mejor relato (y no al revés). Tomarse doce años para filmarla significó que Richard Linklater consiguiera darnos una perspectiva única, imposible de lograr de otro modo, sobre algo tan cotidiano, humano y cercano como ser hijo, niño, adolescente, adulto joven, madre, padre, abuelos, ser humano en definitiva, en este planeta.
Que se llevara un solo Oscar de los 6 a los que postulaba es una vergüenza.
Como la nominación «apurada» de «Selma» -que tampoco es la gran película, a decir verdad- como para apaciguar los ánimos de la comunidad afroamericana, y su premio de consuelo, a la mejor canción, «Glory» (maravillosa, en todo caso).

ESA JUSTICIA DIVINA

El único gesto cercano al «rupturismo» fueron las nominaciones de «El Gran Hotel Budapest» -la menos hollywoodense de las películas de anoche- y de «Whiplash», nacida y crecida a la sombra de Sundance, ese festival que se preocupa de saldar la deuda del anquilosamiento de la Academia.
Ya la sola nominación de «El Gran Hotel…» a 9 premios -algunos de los más relevantes- fue como un respiro de alivio entre tanto convencionalismo y rutina.
Pero que además se llevara 4 estatuillas para la casa (misma cantidad que «Birdman», en todo caso), aunque fuera en categorías «técnicas», demuestra que al menos algunos de los sindicatos y agrupaciones que conforman el grupo sí tienen sensibilidad artística.
Wes Anderson no se soñó jamás obtener ni mejor película ni mejor director, así es que lo suyo es triunfo en estado puro.
Algo parecido puede decirse de «Whiplash», del muy joven Damián Chazelle: 3 Óscar de los 5 a los que postulaba, por más que el secundario para J.K.Simmons era completamente seguro, es un inmenso triunfo. Y aunque se ignorara por completo la espléndida actuación del joven Miles Taylor (Andrew, el alumno en el filme).

LAS EXTRANJERAS Y LAS ANIMADAS; EL OTRO RESPIRO

Aunque ganara la esperada «Grandes Héroes» (un singular y conmovedor drama, curiosamente, sobre el amor filial), no deja de llamar la atención que los académicos posaran sus ojos y llegaran a incluir en la quinela a un dibujo animado japonés, «El cuento de la princesa Kaguya», de Isao Takahata; «Song of sea», una irlandesa/escocesa sobre una leyenda celta; e incluso «Los Boxtrolls», de los estudios Laika, los mismos de «Coraline» y «Paranorman».
Hay ojos sensibles y atentos por ahí.
Pero OJO: lo más alentador está ocurriendo con Mejor película habla no inglesa.
Con el (relativamente) nuevo sistema de pedir a los países que ellos envíen sus postulaciones, este apartado se está convirtiendo en un faro que ilumina tesoros antes sólo conocidos por un puñado de cinéfilos curiosos y busquillas.
Por de pronto, «Ida», esa joya cinematográfica polaca que se alzó con la estatuilla, está en nuestra cartelera (¡milagros posibles gracias a la Academia!).
«Relatos Salvajes», ¡gran película argentina!, que la tenía difícil, se ha mantenido en salas a punta de calidad difundida por la crítica y el boca a boca.
A las otras tres nominadas, si a usted de verdad ama el cine, póngale atención porque son ¡peliculones! y espere que Amazon las ofrezca subtituladas: ya se anuncia «Leviatan», una impresionante y acabada exploración a la corrupción en Rusia; «Mandarinas» (‘Tangerines»), de Estonia, un drama de guerra en la Georgia de los 90, en que un campesino pacifista que se rehúsa participar en el conflicto se ve involucrado en él; y «Timbuktu» (Francia/Mauritania), sobre la feliz y tranquila vida de un pastor y su familia en África, que empieza a verse cercado por el yihadismo.
Todas ellas -en el más expuesto y observado escenario del mundo- recordándonos que aún tenemos séptimo arte. ¡Aleluya!

BONUS TRACK
-Más injusticias:
Que Michael Moore y sus millones de simpatizante odien Norteamérica en general y su política de policía mundial en particular, no quita que Bradley Cooper construyera brillantemente su controvertido personaje de «El Francotirador». Una actuación magistral.
Bien que Julianne Moore, versátil y talentosa artista, se llevara por fin el Oscar, por un rol que es lo mejor de «Siempre Alice». Pero que Rosamund Pike en «Perdida» fue muy superior, lo fue.
«Perdida» y «Primicia mortal» son, por lejos, filmes mucho más interesantes, potentes, innovadores que varios de los que estaban en demasiadas categorías (incluyendo mejor película).

-Lo mejor de la noche: la asombrosa, envolvente, preciosa y perfecta voz afinadísima de Lady Gaga cantando un meddley de lo más ñoño y lo más lejano a ella que pueda haber: «La novicia rebelde». De aquí al MET!

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