La muy publicitada X Men: Apocalipsis es una suma de efectos digitales por toneladas, un desfile impresionante de actores de primera línea, un poquito de humor algo elemental y un guión obvio que amontona hechos y personajes desperdigados por distintos lugares del planeta para contarnos una historia que tiene más de presentación que otra cosa, predecible y muy parecida a montones de películas de aventuras fantásticas que, en todo caso, no aburre porque funciona como artefacto de entretenimiento.
Una apabullante secuencia -esas que en Cleopatra y Ben Hur se hacían a puro pulso y con miles de extras y ahora se dibuja en los PC- da la partida a esta mega super producción.
Es el año 3.600 A.C. en el Valle del Nilo. Pirámides, ejércitos desfilando, muros enormes. Grandiosa puesta en escena, operática.
Allí, arriba y en medio de unas aparatosas construcciones, el primer mutante “arráun de güerld”: Sabah Nur o Apocalipsis (Oscar Isaac ¡!).
El sujeto suma varios poderes que le ha extraído a quién sabe quiénes.
Se produce una hecatombe, pero él no muere (si no, no tendríamos película): despierta en los años ’80. (Una suerte de túnel del tiempo, como el de esa muy muy antigua serie, nos muestra imágenes icónicas como para que entendamos que han pasado hartas cosas en el mundo).
VAN REUNIÉNDOSE LOS MUTANTES
Es 1983 y en un colegio en Ohio una profesora habla de los mutantes. Uno de los chicos de la clase pide desesperadamente salir. Es Scott (Tye Sheridan) que ya se le salen los rayos láser por los ojos (es Cyclope que se asoma).
En Berlín Este, en una pelea clandestina, un chico alado, Angel, justamente, le da duro al que se le ponga por delante hasta que aparece quien lo derrota: Kurt o Nightcrawler. Mientras, una chica con aspecto de motoquera dura, que resulta ser Raven/Mystique (Jennifer Lawrence), destroza el lugar y libera a los luchadores.
En Polonia, un obrero, Erick (Michael Fassbender ¡!) pronto se revelará como quien es.
Vuelta a EE.UU., en aquél castillo que hemos visto en las otras películas, un joven Charles Xavier (James McAvoy) educa a sus niños mutantes prodigio. Hasta allá llega Alex a dejar a su atribulado hermano Scott.
Allí está también una jovencísima Jean y otros conocidos.
Pero al otro lado del planeta, el malvado Apocalipsis (el personaje, ¡no el Evangelio!) está empezando a hacer lo que siempre ha planeado: destrozar al mundo, exterminar la humanidad y construir otro, instaurando un nuevo orden. Una versión de lo que todas las noches le decía Cerebro a Pinky (¿se acuerdan de Pinky y Cerebro?); o también, lo que cualquier revolucionario sueña. (¡No pregunte dónde se van a vivir mientras tanto!).
Así, las fuerzas se alinean.
Apocalipsis recluta al Angel caído, a Psylocke, Tormenta y, lo mejor, a Erick, que es Magneto.
En este desfile-presentación de personajes y la rápida pincelada de quiénes son, de dónde vienen, por qué están peleados unos con otros, o bien aliados, se va buena parte de la película (tampoco sabemos por qué algunos deciden ser “malos”).
Lo que en realidad no importa demasiado.
Porque lo único que tiene que pasar después es que el pérfido de Apocalipsis se ponga a hacer trastadas y los buenos del clan de Charles Xavier se le enfrenten.
AY OSCAR
Decir que la película es intrascendente puede sonar a redundancia (aunque no es algo que diría de las anteriores X Men).
Pero lo que sí es como para llorar a gritos es ver a ese actorazo que es Oscar Isaac (Inside Llewyn Davis, Ex Machina, Show me a Hero) embutido en un disfraz horrible y caro, sobre maquillado (¡vamos, eso no es caracterización), que para el caso daba lo mismo a quién pusieran debajo. No hay posibilidad de gestos -no se divisa rostro alguno-, ni de movimiento -el disfraz, para estos efectos, es como traje de astronauta-, ni de voz -se les ocurrió hacerla con efecto “reverb”-. (Supongo que con esto pagará las cuentas).
El gran Fassbender no es mucho lo que puede hacer tampoco con su telenovelesco personaje.
Ni siquiera Nicholas Hoult, que ya en en Mad Max: Furia en el Camino mostró que era un actor de lujo (aunque uno siempre lo amará como ese pequeño solitario, resistiendo a la inestable de su madre, la gran Toni Colette, en Un gran chico).
Hasta la misma Jennifer Lawrence aparece deslavada, ella, que pertenece a esta saga, y que es tan buena actriz que hasta le subió el pelo a Sinsajo.
O James MacAvoy largando esos discursos del tipo “lo que hizo (Apocalipsis) es explotar tu ira y tu dolor” mientras Fassbender-Magneto lo escucha con cara de compungido.
El único momento en que sube la tensión dramática es en los escasos minutos en que pasa por ahí Wolverine (Hugh Jackman).
Pero bueno, si usted es de la feligresía X Men, vaya, véala…
Copyright Anajosefasilva.cl 2014