Un testimonio imprescindible de escuchar
Es tan simple, directo, sobrio el documental; es tan sencilla ella, la entrevistada, una mujer tan común y corriente, que no parece que nos vayan a hablar de algo tan complejo y relevante como es la transexualidad.
Durante 47 minutos, «Yo nena, yo princesa», de las argentinas María Aramburú (fotógrafa y productora) y Valeria Pavan (sicoanalista, coordinadora área de salud de la Comunidad Homosexual Argentina) pone la cámara frente a Gabriela, sentada en una silla, nada más, en un escenario totalmente despojado, para que relate la historia de sus mellizos.
Escuchar. De eso se trata todo finalmente.
Y uno escucha sin pestañear el testimonio de esta madre joven, de un barrio porteño cualquiera, que relata que desde muy pequeñito uno de sus hijos, apenas balbuceó sus primeras palabras, le manifestó, como pudo, que él en realidad era ella. Que a medida que crecía y más cuando debió ir al jardín infantil el chico sufría y Gabriela no sabía qué hacer; tampoco el pediatra ni la sicóloga que consultó.
El gran mérito del documental es que se concentra en dejar hablar a esta mujer, editando lo justo y preciso, porque ella es muy clara, asertiva y directa para compartir el día a día de su vivencia, desde lo más doméstico y cotidiano, que es donde los seres humanos nos podemos encontrar y comprender.
Su relación con los vecinos, su propia familia, las profesoras, los padres y niños del jardín, la gente en la calle, las dependientas de las tiendas van surgiendo en su relato.
Tan conmovedor como sereno.
Actualmente el pequeño es una niña de 5 años, con su documento de identidad como tal.
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