En 1976 es más lo que se insinúa que lo que se informa y lo que queda fuera de la comprensión de Carmen va formando las capas de tensión y suspenso con las que se construye la película.
Es el invierno de 1976, en algún lugar de la costa central en Chile, y Carmen (Aline Kuppenheim), una mujer fina y sobriamente elegante, está ocupada de la remodelación de su cómoda casa en la playa, frente al mar.
El espectador se asoma a la historia solo a través de lo que ve y percibe la protagonista, que es poco (un zapato fuera de lugar, una puerta semi abierta, que debió estar cerrada).
Y como Carmen, lo demás lo adivinamos, lo intuimos, lo presentimos. Todo muy subterráneo y sutil.
Porque aquello que está en la superficie es el tranquilo y agradable pasar de una dueña de casa de muy buena situación.
Pronto llegarán a la casa de la playa su marido y su hijo, ambos médicos, y luego su hija con su familia, los nietos de Carmen, uno de los cuales celebrará su cumpleaños allí aprovechando las vacaciones de invierno.
Pero antes, Carmen ha sido requerida por el cura de la parroquia del balneario (Hugo Medina) a donde ella ha ido a dejar ropa para quien lo necesite y donde dedica tiempo a leer cuentos a la gente del pueblo.
Esta vez, el Padre Sánchez tiene algo más que pedirle: que con su entrenamiento en la Cruz Roja lo ayude a curar a un joven herido, Elías (Nicolás Sepúlveda) que esconde en las dependencias de la iglesia. Nadie debe saberlo.
Carmen no solo cumple con ello sino que se ofrece a llevar mensajes clandestinos, involucrándose, sin mayor conciencia ni conocimiento, en asuntos peligrosos.
La directora y su equipo logran construir una historia delicada y cargada de sutilezas. Una producción muy cuidadosa en la dirección de arte.
Por eso mismo, hace ruido, no tanto algunos objetos fuera de época que por ahí se filtran a cuadro, sino cierta secuencia, breve, pero estridente cuyo tono y diseño van en el sentido opuesto de esa lograda sutileza que inunda la película.
Finalmente es un detalle. Sobre todo porque no alcanza a romper esa atmósfera, tensa y cálida a la vez, que seduce al espectador.
Todo ello conducido por una Aline Kuppeheim en estado de gracia, que transita con su fragilidad sobre terrenos resbalosos en una mezcla de inocencia, arrojo inconsciente, sorpresa y emociones contenidas.
De antología aquella sobrecogedora secuencia —y ese plano congelado— en la que el desencajado rostro de Carmen resume los contradictorios sentimientos que luchan en su interior mientras canta cumpleaños feliz. Ojo con la música.
Premio Sutherland para la mejor ópera prima del Festival de Cine de Londres.
Representante de Chile a los Premios Goya, categoría Mejor Película Iberoamérica.
1976
Dirección: Manuela Martelli.
Guion: Manuela Martelli, Alejandra Moffat.
Música: Mariá Portugal.
Fotografía: Soledad Rodríguez.
Reparto: Aline Küppenheim, Nicolás Sepúlveda, Hugo Medina, Alejandro Goic, Carmen Gloria Martínez, Amalia Kassai, Gabriel Urzúa, Antonia Zegers, Marcial Tagle, Mauricio Pesutic, Francisco Ossa.
Chile, 2022.
Duración: 95 min.
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