La adolescencia -ese estadio difícil e incómodo que todos padecemos, de una vereda o de la otra (si somos padres)- ha venido reapareciendo como tema central, en los últimos años, en una buena cantidad de interesantes producciones. Eighth Grade corona todo lo anterior con una historia naturalista y honesta, contada directo desde el corazón de esas personas que no son ni adultos ni niños, escrita y dirigida por un Youtuber y comediante de 27 años –Bo Burnham– y protagonizada por una actriz –Elsie Fisher– que tiene 15.
Desde su estreno en Sundance en enero, y luego en salas en EE.UU. en agosto, a las críticas unánimemente elogiosas a la película, director y actriz se han sumado una serie de galardones y nominaciones, en esta temporada previa al Oscar 2019.
LA ÚLTIMA SEMANA EN 8o. BÁSICO
Burnham se concentra en la última semana de Kayla (Fisher) en lo que es nuestro 8o. básico y toda la pequeña parafernalia que el colegio les ha organizado a ella y sus compañeros de curso para prepararlos en su ingreso al High School (Enseñanza Media).
Kayla, a sus 13 años, dedica mucho tiempo a las redes sociales, incluido los pequeños videos que sube a su canal de YouTube -que no recibe muchas visitas- en los que da consejos sobre cómo afrontar la vida.
Sus reflexiones -“¿cómo tener seguridad en sí misma?”, “ser uno mismo”- son una proyección de sus carencias.
Allí, en su modo de hablar titubeante, se delatan su inseguridad, su baja autoestima, la angustia con que enfrenta su día a día en un colegio donde es la chica tímida, callada, torpe para relacionarse, que nadie toma en cuenta. O que en realidad evitan.
Con su cara plagada de espinillas, camina agachada en una constante lucha interna por ser agradable con sus compañeros y a la vez pasar inadvertida.
Ella no es ni la primera ni la última de la fila; ni siquiera se ocupan de hacerle bullying. Más bien la ignoran. Su torpeza, su incomodidad consigo misma, la preceden.
Vive sola con su padre, Mark, un hombre cariñoso y ocupado de su hija, que intenta acercarse a ella y a la vez no importunarla. Como sabemos, nada de eso sirve: con él, Kayla es monosilábica, cuando no impaciente.
La madre de Kennedy, la chica linda y popular, la invita a la fiesta de su hija -mientras esta última pone cara de “por favor no vayas”- y luego la recibirá alegre y cariñosa.
Pero no importa cuánto esfuerzo pongan los adultos para convencerla de cuán valiosa es: lo que cuenta es la validación de sus pares.
Kayla, que es una chica dulce e inteligente, se siente fuera de lugar en su entorno y eso es algo que nadie más que ella puede resolver.
Durante una semana el espectador la acompañará en ese doloroso tránsito, marcado por el cambio de etapa escolar, en que debe ser capaz de crecer, dejar de disculparse a cada paso con todo el mundo y de sentirse nerviosa todo el tiempo.
LA VIDA MISMA… CUANDO SE ES ADOLESCENTE
El contacto con los chicos del High School que organiza su escuela la ayudan en algo: ellos, especialmente la encantadora Olivia, asignada para introducirla en lo que será su nuevo mundo, cumplen una cierta función de puente (lo que sería algún hermano o hermana que ella no tuvo, o su madre ausente) entre ella y los adultos que tienen tanto para darle. Como su padre.
Eighth Grade es conmovedora de puro realista que es, de tan cercana y tan actual. No es sobre el bullying, ni el cyberacoso, ni las malas relaciones filiales. Es sobre la simple (y compleja) vida misma cuando se es adolescente.
(En tienda Fílmico, Paseo Las Palmas).
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