“EL PLAN PERFECTO», caratulada como la más convencional de las películas de Spike Lee, no por eso deja de tener la particular y original impronta de su cine.
Comienza como muchas del subgénero: una pandilla disfrazada y con rostros enmascarados (con lentes y una suerte de pasamontañas, en realidad) ingresa a un banco, grita aquello de esto es un asalto, todos al suelo, etc., etc. Previamente la cámara nos ha paseado por lugares emblemáticos de la gran manzana —toro de Wall Street incluido— y nos ha presentado al detective Keith Frazier (Denzel Washington), con sus confusos líos sentimentales y laborales.
Las cámaras se mueven rápido y más pronto que tarde tenemos a todos nuestros protagonistas congregados en el mismo escenario: las esquinas donde se ubica el banco y su interior con asaltantes y rehenes. Frazier es el negociador, quien debe disputar territorio con el capitán de turno (William Dafoe), y luego con la insoportablemente elegante, inescrupulosa y cínica Madeleine White (Jodie Foster), una misteriosa negociadora “privada” que llega del brazo del alcalde.
El grupo que se ha tomado el banco, liderado por Daltn Russell (Clive Owen), tiene todo planeado con precisión y así van ejecutando su plan, sin que realmente termine de revelarse exactamente tal cual es, ni a los policías ni a los espectadores.
La convención dura hasta aquí. El desarrollo, falsos clímax y el final caminan por lados insospechados, en una vuelta de tuerca a un tipo de películas en torno a las que ya parecían haberse propuesto todas las alternativas de guión.
Hasta los secundarios y extras tienen mucho para entregar al espectador en esta sorprendente película.
La música, notable.
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