“LA REINA”

Dios salve a la reina

…Y a Stephen Frears por hacer tan buenas películas. Y a Helen Mirren por ser la espléndida intérprete que es…
Eso, para partir hablando de «LA REINA», la esperada película gracias a la cual la artista inglesa se llevó el Oscar a la mejor actriz, algo que ya sabíamos largamente gracias a la TV cable (“Prime Suspect”) y a sus secundarios en el cine (“Las chicas del calendario”, “La locura del rey Jorge”…).
Con una actriz tan potente, uno espera encontrarse, entonces, con una producción que únicamente se sustenta en ella; uno de esos filmes que valen por la actuación deslumbrante del protagónico; y que, en fin, con eso ya estamos agradecidos.
Y no. No es así.
Sería absurdamente injusto con el director y el guionista que, acotando la historia a los días de 1997 que se sucedieron a la trágica muerte de Lady Di, elaboran un coherente y agudo retrato de la reina Isabel II, la relación del pueblo británico con la institución de la monarquía y el momento en que el Partido Laborista, con un joven Tony Blair a la cabeza, inicia su período en el poder político.
El gran acierto de los realizadores reside en su capacidad de dar vida a una suerte de reportaje que no recoge una verdad en sus fuentes primarias (aquí nadie ha sido entrevistado ¡menos la reina!) sino que elabora conclusiones lúcidas a partir de datos públicos y confirmados.
El actuar cotidiano de estas personas forma parte de la ficción, un “invento” verosímil, por cuanto son ostensiblemente el resultado de conjeturas hábiles. Los personajes principales se aparecen con todos los matices y paradojas de un ser humano.
El guión —sobrio, preciso, agudo— fluye con lógica y soltura, permitiéndose silencios y diálogos breves cuando corresponde.

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