Un “refugio psiquiátrico” en la Toscana -amplio, despejado, hermoso- regentado por monjas, médicos, enfermeras y un cura que dice Misa con comunión todos los días, es a lo menos peculiar: es el escenario donde comienza esta muy singular comedia dramática italiana, Loca Alegría.
Parece redundante decir que la protagonista, Beatrice, es lo que uno llama coloquialmente una “loca de patio”; no para de hablar, entre cigarrillo y cigarrillo; se da aires, alardea de su fastuosa vida pasada y uno supone que es parte de su mitomanía.
Cada vez que puede, intenta subirse al furgón donde llevan a algunos de los pacientes ya sea a trabajo part time o controles. Su mayor reclamo: no poder ir a la peluquería.
Lo que sí, Beatrice es divertida y simpática; también solidaria, aunque es mejor dando órdenes que trabajando.
Un día llega una chica bastante maltrecha, Donatella. De pelo corto, tatuajes por todas partes, una de sus piernas evidencia una fractura en recuperación. Casi no habla.
Beatrice y Donatella son los dos lados de un cuadro depresivo: la fase maníaca y la melancólica y autodestructiva.
Un guión original con giros que no dejan de sorprender ofrecen al espectador una película que parecía no prometer mucho pero que se abre a dramas muy bien engarzados en este tono jovial que sólo alguien tan divertidamente desequilibrada, irredenta optimista, como Beatrice es capaz de mantener.
Hay en la historia una suma de buenas voluntades en ese conjunto de secundarios e instituciones donde se va desarrollando la historia que se vuelve una road movie y por ahí hasta tiene una brisa de “Thelma & Louise”.
Es casi un desafío de los realizadores: el pasado de estas mujeres, todo mal, muy mal; pero hay opciones distintas a las tradicionales y rígidas que pueden ser más efectivas para enderezar sus caminos.
Se trata también de una amistad improbable, en circunstancias “normales”. De ello se vale el director Paolo Virzi para mostrar los contrastes de una Italia profundamente desigual en muchos sentidos. Y también dejar en evidencia un pernicioso machismo, arraigado y aceptado socialmente, que no se condice con un país del Primer Mundo.
Emotiva, dramática y graciosa a la vez y hasta por momentos trágica; trepidante como película de acción; profunda en su mirada crítica es, sin embargo, una historia que la da crédito a la humanidad, a la comprensión y hasta a la compasión.
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