Dos toques de modernidad —uno omnipresente, otro en el plan del detalle— hacen la diferencia entre este “POSEIDON” y el de 1972, ese de la entrañable Shelley Winters nadando hasta reventar su dañado corazón y el de la inolvidable “The morning alter”, canción que trascendió al filme. Era plena época de películas de desastres, un verdadero subgénero que copó salas en todo el mundo.
La historia de la versión 2006 es la misma. La diferencia es que aprovecha todo el avance tecnológico que la industria ha experimentado en estos treinta y tantos años —efectos especiales, computación, etc.— que justamente para estos casos es para lo que más sirven.
El director Wolfgang Petersen (también realizador de la premiada “Das Boot”, 1981, sobre marinos atrapados en un submarino) aprendió un par de lecciones desde que dirigió la grandilocuente, y sí, impresionante “La tormenta perfecta” (2000, con George Clooney), que igualmente tiene como malo de turno al océano: por muy emotiva y real que sea una historia de desastres, simplemente hay que ir directo al grano.
Peterson hizo con “POSEIDON” lo mejor que podía hacer: un cuento breve con personajes acotados y simples, que brindan al espectador tensión suficiente y entretención garantizada.
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