No es casual que una de las primeras escenas de Tu Hijo sitúe a su protagonista, el médico cirujano Dr Jaime Jiménez (José Coronado), conduciendo su auto, mientras escucha las noticias en la radio, camino al hospital.
Durante la hora 43 que dura este intenso thriller dramático de Miguel Ángel Vivas, varias veces lo veremos manejando de noche por las calles de Sevilla —en busca de lugares, personas, datos— y también refugiándose en el vehículo porque en su cómodo hogar se ha instalado una tensión que no soporta.
Antes de la tragedia, sus expertas manos han rescatado de la muerte a un pequeño, Salva, al que debe volver a intervenir por circunstancias que le llaman la atención. El padre del chico —un hombre modesto— ha llegado armando escándalo. Vuelta la calma se explica ante el Dr: “¿Usted tiene hijos? Entonces sabe que es imposible no hacer nada”.
Y claro. Jaime es muy cercano a su hijo mayor, Marcos (Pol Monem), un chico jovial y cariñoso con quien suele correr por las orillas del Guadalquivir.
Es tan obvio el cariño y el entendimiento mutuo, que Carmen (Ana Wagener), su mujer, debe hacerle notar la presencia y los logros de su otra hija, Sara (Asia Ortega), una adolescente que se erigirá como la más sensata de esta historia. La que llegará a hacer las preguntas más pertinentes.
Esta vida armada, ideal, casi perfecta se hace trizas cuando a Urgencias del mismo hospital llega su amado hijo: sus colegas no lo dejan entrar a la sala de operaciones. A Marcos le están salvando la vida: ha llegado en muy malas condiciones tras recibir una dura paliza en una discoteca.
En estado de shock, Jaime iniciará un insospechado descenso al infierno buscando culpables. La policía les ha mostrado imágenes de las cámaras del lugar, donde se ven algunos amigos de Marcos a quienes ya han interrogado sin obtener muchas luces. El dueño de la disco, incluso, ha ido hasta el hospital a disculparse; él entiende, él también es un padre.
Obsesionado, sin un norte claro ni medir consecuencias, Jaime se lanza detrás de algunas pistas. Comete torpezas, errores no forzados, pierde oportunidades. Porque no es Bruce Willis ni Liam Neeson haciendo justicia por sus manos. Él es un padre corriente, como los otros que aparecen en la película, o cualquier espectador, al que de pronto se le da vuelta la vida. A veces revisa alegres mensajes de video que alguna vez le ha dejado Marcos en el Wasap: “Ojalá no trabajaras tanto”, le desliza mientras le comparte algún triunfo.
En sus angustiosas pesquisas encontrará respuestas, pero no solo las que esperaba: también se dará de bruces con verdades dolorosas e insospechadas que se le devuelven como un espejo y que se resiste a aceptar.
Del dedicado médico que conocimos al principio, poco queda al final: el desconcierto lo vive él mismo cuando se da cuenta lo poco que en realidad ha escuchado a su familia; que hay una delgada línea entre buscar justicia y buscar venganza; que hay errores que no tienen vuelta atrás; que lo que parece legítimo no necesariamente es justo.
Tu Hijo captura irremediablemente al espectador como el trepidante thriller que es, para revelarse luego como el intenso drama familiar que siempre fue.
Ahí ha estado todo desde el comienzo: hay tres padres protegiendo a su modo a sus hijos. Y si bien José Coronado brinda una clase magistral de actuación —el espectador vibra y sufre con él, desde su rostro en shock, que la cámara no abandona— Vivar nos sorprende con la rotunda relevancia que adquieren los secundarios, especialmente las mujeres. Allí hay una clave y un giro no solo estremecedor sino duramente iluminador sobre el protagonista.
Con gran habilidad, Vivar va dosificando la información y también la crudeza que de pronto salta desde los oscuros vericuetos por donde se interna el protagonista, siempre de la mano del espectador.
Una muy inteligente reflexión sobre los lazos familiares, envuelta en la forma de un brillante thriller.
Muy buena.
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