“UNA NOCHE EN EL MUSEO” es una comedia de esas a las que uno inevitablemente les planta el cartel de “gringa”. Y es lo suficientemente “aguada” como para ser clasificada familiar y puesta en salas doblada al castellano.
Larry (Ben Stiller) es el clásico “loser” buena persona, que por esa misma incapacidad de mantenerse en algún empleo, está separado de su mujer. Eso no importaría si no fuera por su pequeño hijo.
Acicateado porque, justo en esos días, en la escuela de su hijo los niños deben llevar a sus padres a exponer sobre sus profesiones, Larry ruega por un empleo… El único que consigue es de guardia nocturno en el Museo de Historia Natural.
Allí lo reciben un director petulante, una bella y amable estudiante de historia que oficia de guía y un trío de ancianos guardias que, junto con pasarle un uniforme, un manojo de llaves y una linterna, le entregan un ajado reglamento… que Larry ignora. Hasta que la tranquila noche en el Museo deja de ser tal.
Para ser una comedia de entretención se demora bastante en que algo —cualquier cosa— ocurra: exactamente 20 minutos. Que es lo que se toma en la presentación de conflictos (es un decir) y personajes. Luego viene una sucesión de “sorpresas” obvias. Y un desenlace ídem…
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