HBO: Domingos, a las 23 horas. 10 capítulos. 1 hora de duración. (Disponibles en HBO GO y en HBO On Demand).
“Ya no hacen nada como antes. Ni siquiera a los humanos”, suspira melancólico el ya anciano Dr Robert Ford (Anthony Hopkins).
El es quien ha ideado ese inigualable centro de vacaciones que se llama Westworld que, resalta,“en 30 años no ha fallado”.
Y ahora sí que algo está empezando a fallar.
La serie que HBO estrenó el domingo 2 de octubre se inspira —apenas en su punto de partida— en la película del mismo nombre que Michael Crichton estrenara en 1973 (y que en España se tradujo acertadamente como Almas de metal).
Inquietante, tensa, sin concesiones, Westworld demostró en su primer capítulo que aún se pueden contar historias más que interesantes cruzando el género fantástico con el thriller y el drama, indagando en esos cuestionamientos ancestrales del ser humano.
Si en Jurassic Park (y secuelas) un grupo de científicos revivían animales prehistóricos para hacer un Disneyworld alucinante, y en Truman Show un canal de TV “adquiría” a un ser humano para “libretearle” su propia vida en un reality, en Westworld el asunto va mucho más allá.
Este también es un lugar para la diversión de turistas, límpido, perfectamente organizado (así se ve al menos): es un gigantesco parque de vacaciones que recrea el Lejano Oeste; solo que el “decorado” no solo incluye casas o animales sino a seres humanos. O lo más parecido a ello (¿como los replicantes de Blade Runner?).
En un futuro impreciso (que ni tan lejos podría estar) una gran empresa ha diseñado este gran destino turístico cuyo mayor atractivo son los “anfitriones” que pululan entre los visitantes.
Los huéspedes llegan en un tren a un pueblo polvoriento del antiguo oeste, donde hay cantina, hotel, un almacén y granjas en las inmensas praderas que lo rodean.
Pero ciertas “actualizaciones” (como las que usted y yo hacemos a nuestro PC o al celular) de los “anfitriones” están generando ciertos problemas.
Y eso, en concreto, significa descontrol.
En el cuartel central -un edificio full diseño- la gerenta, los programadores, diseñadores y guionistas están revisando por qué algunos están teniendo actitudes anormales.
Estos seres —replicantes, androides, llámelos como quiera— están programados con 100 narrativas interactuadas. Los “anfitriones” —la bella y dulce Dolores (Evan Rachel Wood), la seductora cantinera Maeve (Tandie Newton), el hosco Hombre de Negro (Ed Harris), o Héctor, el bandido más buscado del Oeste (R. Santoro)— están “equipados” con ciclos narrativos; y deben ceñirse a sus guiones, con improvisaciones menores.
Pero estas salidas de libreto, en algunos de ellos, se están pasando de la raya.
“¡Un estornudo fuera de libreto, quiero saberlo!”, grita la gran jefa, Mrs Cullen, a Bernie, el jefe de programación.
El tema no es menor: tienen 1.400 huéspedes que cuidar.
Westworld juega ya no solo con la Inteligencia Artificial, sino con la Conciencia artificial.
El código agregado —el update que está causando problemas— son los ensueños.
Philip K. Dirk ya se había preguntado si “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, la espléndida novela que tomó Ridley Scott para filmar Blade Runner (1982).
Y antes, Shakespeare había sentenciado, en boca de uno de sus personajes: “estás en el infierno de tus demonios”.
De fondo, mientras se suceden las imágenes en Westworld, quedamente y en versión sinfónica se escucha “Paint it Black”.
En 9 episodios más sabremos quién controla a quién.
-Dirección, guión y producción Jonathan Nolan (guionista de Interestelar; Batman, el Caballero de la Noche; Memento) y Lisa Joy.
-Producción ejecutiva de J.J. Abrams, Jerry Weintraub y Bryan Burk.
-Inspirada en la película Westworld (El Mundo de los Robots Asesinos, 1973), con guión y dirección de Michael Crichton.
-En la película de 1973, Yul Brunner encarnaba al “hombre de negro”.
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